Sin sorpresas, pero con cuestionamientos de la oposición, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan , logró una importante victoria en su propósito de hacerse con todo el poder.
Una ajustada mayoría eligió, mediante un referéndum, reformar la Constitución y pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista, aboliendo así la figura del primer ministro y concentrando las responsabilidades ejecutivas en la figura del presidente, que además podrá sancionar leyes por decreto y nombrar a los jueces de la Corte.
En un tenso final de jornada, el jefe del Consejo Electoral Supremo (YSK), Sadi Güven, afirmó que el sí se imponía anoche por 1,25 millones de votos, y que sólo quedaban 600.000 papeletas para escrutar. El resultado definitivo se anunciaría «en 11 o 12 días».
«Turquía ha tomado una decisión histórica», declaró el presidente a los periodistas en su residencia oficial en Estambul. «Con el pueblo, hemos realizado la reforma más importante de nuestra historia», añadió Erdogan, que llamó a los países extranjeros a «respetar» el resultado.
Poco después, el presidente mencionó la posibilidad de organizar un nuevo referéndum, esta vez sobre el restablecimiento de la pena de muerte, lo que pondría fin al proceso de adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE).
Particularmente virulenta, la campaña para la elección polarizó alrededor de la figura de Erdogan un país que ya estaba profundamente dividido. Para Erdogan, de 63 años, la reforma era necesaria para dotar a Turquía de un Ejecutivo fuerte y estable en momentos en que el país enfrenta desafíos económicos y de seguridad mayores.
Sin embargo, sus detractores denuncian un texto redactado a medida para satisfacer las ambiciones de Erdogan, acusado de una deriva autoritaria, en particular tras el intento de golpe de Estado frustrado de julio pasado.
El presidente turco, que podrá permanecer en el poder hasta 2029, logró, una vez más, una victoria electoral fundamental gracias al «núcleo duro» de sus simpatizantes en las regiones más profundas de la Anatolia, área islámica y tradicionalista. Menos determinante fue el aporte de los nacionalistas, que llegaron a la cita electoral con posiciones enfrentadas.
Las grandes ciudades del país dieron, en cambio, la espalda a Erdogan. Tanto en Estambul como en la capital, Ankara, el no llegó al 51% de los votos, mientras que en Smirne -tercera ciudad del país e histórico bastión laico- el rechazo quedó muy cerca del 70%.
También los kurdos, históricamente muy golpeados por la represión, votaron mayoritariamente contra el presidente. El partido prokurdo HDP ha hecho campaña con dos de sus copresidentes y varios parlamentarios en prisión, encarcelados por sus presuntos vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
El sí fue consistente también entre la nutrida comunidad turca residente en el exterior: en Alemania y Holanda llegó por ejemplo casi al 60%, hecho que confirma el apoyo al proyecto nacionalista y antieuropeo de Erdogan
La oposición, en tanto, denunció fraudes y anunció que ha decidido poner en tela de juicio por lo menos el 37% de los votos, tras una medida anunciada por el YSK, que autorizó, por primera vez en el país, a contar incluso las boletas no selladas oficialmente, salvo que hubiera denuncias explícitas de fraude.
«Nuestros datos indican que entre el 3% y el 4% de los votos han sido manipulados. Hay 2,5 millones de votos problemáticos», precisó el número dos del partido socialdemócrata CHP, Erdal Aksunger.
Los simpatizantes de Erdogan salieron rápidamente a festejar el resultado. En diferentes puntos de Estambul celebraron incluso con fuegos artificiales, por ejemplo en Uskudar, el barrio donde el presidente tiene una de sus residencias.
«Con este voto hemos abierto una nueva página de nuestra democracia -afirmó por su parte el primer ministro, Bilali Yildirim, en el cuartel general de su partido, el AKP, en Ankara-. Este referéndum no tiene perdedor. La ganadora es Turquía.» La participación en el voto fue muy alta (del 84%), dato que no es una novedad en Turquía.
El país está en estado de emergencia, impuesto después del golpe de Estado fallido del año pasado. Cerca de 47.000 personas han sido arrestadas y más de 100.000 han perdido sus empleos o están suspendidas desde entonces, tras una masiva purga.
Qué cambia en Turquía tras el referéndum
Sistema político
Turquía pasará de una democracia parlamentaria a un sistema presidencial. Se abolirá el cargo de primer ministro y el presidente concentrará todas las responsabilidades ejecutivas, incluyendo el derecho de nombrar el gabinete y elegir varios vicepresidentes
Leyes por decreto
El Parlamento seguirá teniendo el poder para elaborar, enmendar o derogar leyes. Además, supervisará las acciones del presidente, que también podrá promulgar decretos en los ámbitos vinculados con su amplias competencias ejecutivas
Designaciones
Los cambios concederán al presidente potestad para nombrar ministros, altos cargos del gobierno y a la mitad de los miembros del máximo órgano judicial del país
Estado de emergencia
Con la reforma, el estado de emergencia será instaurado en caso de «alzamiento contra la patria» o de «acciones violentas que pongan la nación (…) en peligro de dividirse». El presidente podrá imponer o no el estado de emergencia antes de someter la cuestión al Parlamento
Mandato
Se fija un límite de dos mandatos de cinco años para los presidentes y se les permite seguir al frente de su partido político. Erdogan, que llegó al poder en 2003 como primer ministro y en 2014 se convirtió en presidente, podrá gobernar hasta 2029
Se amplía el Parlamento
El número de miembros del Parlamento aumentará de 550 a 600 y la edad mínima para ser diputado se reducirá de 25 a 18 años
Control
El Parlamento ya no supervisará a los ministros, ya que su poder de iniciar una moción de no confianza será eliminado. Sin embargo, tendrá facultades para destituir al presidente. Antes, sólo podía ser procesado por la Legislatura si cometía un delito de traición
Tribunales militares
Los tribunales militares, que en el pasado condenaron a muerte a numerosos oficiales e incluso al ex primer ministro Adnan Menderes, tras el golpe de Estado de 1960, serán suprimidos, salvo excepción
Fuente: La Nación